martes, 9 de marzo de 2010

Irrumpe en EE.UU. otro grupo político: el Coffee Party


Por Silvia Pisani, corresonsal (La Nación, Buenos Aires)

Washington.- ¿Té o café? La pregunta cortés de la sobremesa ha dejado de ser un gesto inocente en este país para convertirse en bandera de uno de los dos movimientos ciudadanos que -en una extraña guerra de infusiones- ha nacido en cuestión de meses para canalizar la impaciencia política que agita a esta sociedad desde que Barack Obama llegó al poder.

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Es que, curiosamente, los dos movimientos de protesta que hoy desvelan al establishment político local toman su nombre de dos infusiones: el Tea Party y su contraparte, el Coffee Party. Uno es la reacción al otro, pero ambos coinciden en la necesidad de una mayor responsabilidad fiscal y cierta frustración con el Congreso. Y, más allá de la broma que augura que ahora falta un milk party,son, tal como dice Rebeca Keys, analista de la Universidad de California, "expresiones populares que hablan de descontento".
Primero fue el Tea Party, un movimiento ciudadano que se alzó contra el gasto público y al baño de millones que, con la bendición de Obama, se fue en el rescate gubernamental de Wall Street.
Contra la iracundia del Tea Party, que llegó a calificar de socialista a Obama por darle un papel excesivo al Estado, acaba de llegar ahora el "tono conciliador" del Coffee Party, que en lugar de estigmatizar al gobierno de Washington como "el enemigo del pueblo", lo considera "la expresión del deseo común". E invita a una mayor participación ciudadana para superar los desafíos que enfrenta el país, una propuesta que los más escépticos definen como "obamismo" encubierto.
"Si rascas un poco debajo de los carteles del Coffee Party, seguro que encuentras una foto de Obama", dicen los críticos. Muchos se preguntan, incluso, si no se trata de una estrategia encubierta del Partido Demócrata para contrarrestar el desgaste que le viene provocando la rabia del Tea Party.
"Nada que ver. Esto es sólo una forma de canalizar la frustración política de un modo positivo. Lo propuse en mi página de Facebook y lo que siguió fue una bola de nieve imparable", dice Annabel Park, una cineasta residente en las afueras de esta ciudad.
Por debajo de las dos expresiones late lo mismo: una sensación de malestar con el estado de las cosas tan poderosa que es capaz de arrancar a las personas del confort del sofá y movilizarlas. En todo caso, el objetivo común de ambos es el mismo: la ineficacia del gobierno. Dos de cada tres norteamericanos están enojados con el gobierno federal de Washington", según una encuesta de The Washington Post y la cadena ABC.
"En realidad, bien podría decirse que hay una sinergia entre ambos: los dos movimientos están hartos de la corrupción oficial", dice William Temple, militante del iracundo Tea Party.
No todos piensan así. Hay quienes aún no pueden superar el matiz diferenciador entre ambos movimientos. "Que no me vengan con vueltas. El Coffee Party simplemente nació como oposición al Tea Party, con el objetivo de dividirlo y frenarlo", dice Michael Cornfield, analista político en 720 Strategies, una reconocida consultora de comunicación.
"Sí, es verdad que el nombre y la idea surgieron como una reacción contra el Tea Party, porque, en rigor, a mí no me parece bien eso de ver al gobierno como el enemigo", dice Park. Y admite que le gustaría invitar a la gente de Tea Party a conversar con ellos. "El gobierno está enfermo, es verdad. Pero no por eso lo tenemos que tirar a la basura. Es el único organismo que tenemos para encarar los problemas comunes", insiste.