martes, 6 de octubre de 2009

Brasil, el país que dejó de ser una promesa


Por Martina Latasa y Alejandro Bianchi (Crítica de la Argentina)

Ver también Brazil and the IMF (Financial Times)

Brasil se cansó de ser un país emergente. Con dos medidas políticaseconómicas, coronó ayer el ciclo que la transforma en una potencia mundial: capitalizó en u$s 10 mil millones al FMI mientras Argentina ruega por la bendición del organismo para volver a los mercados de deuda. Y confirmó el plan de compra de armamento militar más grande de Latinoamérica por más de u$s 12 mil millones. La estrategia de pensar el país a mediano y largo plazo, en contraposición al cortoplacismo argentino, y la estabilidad política le rindieron frutos.
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Será sede del Mundial de Fútbol 2014 y de los Juegos Olimpicos 2016, que generarán una inversión de más de u$s 70 mil millones. De importar petróleo, pasaron a autoabastecerse y gracias a descubrimientos récord, son el octavo país en reservas. La producción de crudo de Argentina cae hasta 10% por año por falta de inversión y exploración. El fenómeno Brasil tiene un gran responsable: Lula da Silva, uno de los presidentes más carismáticos del continente y hábil en tejer redes políticas en todo el mundo.

El día de su reelección Lula dijo: “Estamos cansados de ser una potencia emergente” y realmente lo sentía. A un año de la crisis que congeló las economías centrales, Brasil ya salió de la recesión. La actividad económica creció un 1,9% en el segundo trimestre de este año. Según las proyecciones del Bradesco, el principal banco privado de la región, Brasil cerrará el 2009 con una caída del 0,5% del PBI y en 2010 retomará el crecimiento, estimado en un 4,25 por ciento. Para Argentina el FMI prevé que la actividad caerá un 2,5% este año y crecerá apenas un 1,5% en 2010.

Los analistas coinciden en que la estabilidad política es uno de los mayores capitales que tiene Brasil. A fines de 2002, cuando Fernando Henrique Cardozo le dejaba el mando a Lula, los mandatarios firmaron un acuerdo de mantener las políticas estructurales. La visión de largo plazo superó las diferencias ideológicas. Y la previsibilidad política atrajo la confianza de los inversores del resto del mundo. Los títulos de deuda de brasileña son los más cotizados del mercado emergente y Brasil es el principal receptor de inversión extranjera directa (IED) de la región. A fines del 2008 los flujos de IED en el país vecino alcanzaron los 20.000 millones de dólares, mientras que Argentina recibió 1.503 millones.

Brasil encontró la llave para convertirse en potencia: el petróleo. Desde 2006 se autoabastecen y en los últimos dos años hallaron los dos yacimientos más grandes del mundo y se posicionó en el octavo lugar en lo que respecta a reservas de crudo. En cambio, la producción petrolera en Argentina cae por la falta de inversión y agotamiento de los pozos, entre un 8 y un 10% por año.

El real fue la moneda con mejor desempeño este año, según el seguimiento de la agencia Bloomberg. En lo que va del año se revaluó un 31% y se acerca a los niveles precrisis. Mientras tanto, el Banco Central acumula reservas. En el primer semestre del año la autoridad monetaria embolsó 147.161 millones de dólares.

A pesar de estas cifras contundentes, Brasil tiene una cuenta pendiente con la pobreza y la marcada desigualdad. En los siete años de gobierno de Lula alcanzó avances significativos en materia social. Los planes sociales focalizados en el sector más pobre de la sociedad lograron que resurja la clase media, que hoy supera el 50% de la población. La pobreza extrema pasó del 35% en 2001 al 24,1% en 2008. “En los últimos años 30 millones de brasileños salieron de la pobreza y 21 millones pasaron a integrar la nueva clase media”, recalcó Lula en su discurso ante el Comité Olímpico el pasado jueves. Pero pese a los avances, el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad social, se encuentra en 0,52 puntos y representa una sociedad todavía fragmentada en términos distributivos, (el coeficiente va de 0 a 1 y a mayor coeficiente mayor desigualdad). Eso deriva en otro de los puntos oscuros del país vecino: la inseguridad. Las favelas de Río de Janeiro siguen posicionadas entre las zonas más peligrosas de la región.

Las mejoras económicas fueron capitalizadas para traer por primera vez a Latinoamérica el evento deportivo más importante del mundo. El viernes el Comité Olímpico se dejó seducir por Lula y resolvió que Río de Janeiro será la capital de los próximos juegos en 2016.

“Dimos todas las garantías posibles a los juegos, aprobamos un presupuesto significativo concientes del legado que dejarán para Río de Janeiro” dijo el mandatario. El país también será sede del Mundial de Fútbol en 2014.

Pese a todos estos logros Lula es uno de los pocos mandatarios de la región que no se embelezó con el poder y ya garantizó que no modificará la Constitución para una re-reelección. El desafío de quien lo suceda será borrar por completo el pasado de emergente.