martes, 12 de enero de 2010

En busca de la regulación perdida



Por Marcelo Justo (BBC Mundo)


En el comunicado del G-20 el pasado abril se establecía la necesidad de garantizar "la regulación y supervisión a todas las instituciones financieras" para evitar una nueva crisis.

A seis meses de esas augustas palabras se puede decir que se avanzó poco y nada.

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En junio Estados Unidos presentó una "amplia reforma financiera" calificada por la mayoría de los analistas económicos de "tímida" e "insuficiente".

En el Reino Unido aparecieron claras diferencias entre el ministro de finanzas Alistair Darling y el presidente del Banco Central de Inglaterra, Mervyn King, en relación a la supervisión regulatoria y la existencia de grandes conglomerados financieros.

Alemania y Francia se hallan a la vanguardia en temas de bonos de banqueros, pero no se han movido gran cosa en otros aspectos de la regulación bancaria.

Hagan juego

En otras palabras, el casino sigue abierto.

La única diferencia es que la mayoría de los jugadores (pero no todos) apuestan con más cautela sus fichas luego de los golpes recibidos en la ruleta.

Con nuevas invocaciones a la necesidad de regular el sistema financiero, los ministros de finanzas del G-20 acordaron en Londres a principios de septiembre el aumento de los encajes o reservas bancarias (porcentaje obligatorio de reservas en relación a los depósitos) para evitar posibles corridas y limitar los extravíos de las apuestas.

Dada la gravedad de la situación, el gran interrogante es si este mecanismo - el más simple a nivel regulatorio - bastará para evitar otra crisis como la que estamos viviendo.

Bomba de tiempo

El sistema financiero internacional está sentado sobre una doble bomba de tiempo.

Por un lado no se ha dado una solución definitiva al problema de los activos tóxicos - préstamos incobrables --- a punto que ni siquiera se ha cuantificado su monto total, ni cuáles son las entidades financieras más afectadas.

Por otro, a falta de un esquema regulatorio, los bancos siguen operando con las mismas reglas ultra laxas que condujeron a la crisis.

La "banca en la sombra", que creció con la desregulación del sistema financiero de los últimos 25 años, sigue funcionando sin más restricciones que el temor a una apuesta errada.

Esta banca opera por medio de una red de filiales en paraísos fiscales - muchas veces una simple dirección postal - que le permiten eludir cualquier tipo de regulación (incluyendo los encajes) a la hora de pedir y conceder préstamos.

Las grandes fusiones y adquicisiones de gigantes multinacionales, una "moda" que hizo furor en los últimos 10 años, se financiaron en gran medida con lo que en la jerga financiera se llama apalancamiento (leverage, en inglés).

Con un capital reducido y la promesa de ganancias futuras, las entidades financieras "en la sombra" pedían prestado un 70 u 80% más de lo que tenían de respaldo en sus reservas con el aval de las casas matrices y la mirada tolerante de las calificadoras de riesgo.

Según Olann Kerrison, director de análisis del Lafferty Group, una compañía de consultores financieros, hoy la misma fragilidad del sistema es un obstáculo.

"Los gobiernos y reguladores están preocupados por asegurar la supervivencia del sistema. Quieren regular, pero no saben cómo hacerlo sin poner en peligro el mismo sistema en momentos en que está dando débiles señales de recuperación", indicó a BBC mundo.

La cuenta la está pagando el fisco.

Según la publicación especializada "The Big Money", la Reserva Federal estadounidense absorbió unos US$800.000 millones en activos tóxicos en este intento de apuntalar el sector privado.

En Europa el Reino Unido ha gastado casi 800.000 millones de euros, Dinamarca y Alemania casi 600.000 e Irlanda y Francia superan los 360.000 millones con una mezcla de inyección de capital y ayuda específica para lidiar con los activos tóxicos.

El laberinto financiero

En medio de la otra gran crisis económica de los últimos 80 años, en 1933 el Congreso estadounidense aprobó la ley Glass-Steagall que transformó las reglas de juego financieras al separar nítidamente a los bancos comerciales (del ahorrista común y corriente) y los de inversión (bancos especulativos).

Con la desregulación financiera esta nítida separación que protegía al ahorrista se fue desdibujando hasta que desapareció del mapa con una ley de 1999 que volvió las cosas a foja cero.

¿Es posible dar marcha atrás?

"Es necesario volver a algo así. El problema es que los que están a cargo de la agenda son los mismos que reinaban durante la época de la desregulación", indicó a BBC mundo Olann Kerrison.

El actual ministro de finanzas de Barack Obama, Timothy Geithner, es un ex ejecutivo del Citigroup, mientras que el director del Consejo Nacional Económico, Lawrence Summers, fue el ministro de finanzas que enterró la ley Glass-Steagall.

Pero el tema desborda ampliamente las personalidades y biografías de los protagonistas.

Segun Juan H. Vigueras, autor de "La Europa opaca de las finanzas", la economía global está metida en un laberinto financiero del que no sabe cómo salir.

"Desde los 80, tanto en la Unión Europea como en Estados Unidos se siguió el modelo desregulador de las finanzas, en el marco de una competencia desatada para atraer el capital financiero, manifestada en las bajadas de impuestos. Esto no ha cambiado. Ningún Estado está decidido aún a plantear una regulación efectiva del mundo de las finanzas para que esté al servicio de la economía real," indicó a BBC mundo Juan H. Vigueras .

¿Habrá que esperar una nueva crisis?