El Partido de los Trabajadores de Brasil se propone como objetivo internacional “que la izquierda latinoamericana no pierda ningún gobierno a manos de la derecha”. Así figura en un documento (*) de la fuerza gobernante en Brasil al que tuvo acceso Página/12. El PT cumple hoy 30 años de su fundación mientras su líder, Luiz Inácio Lula da Silva, transcurre el último año de su mandato y busca ser sucedido el 1º de enero del 2011 por su jefa de Gabinete, Dilma Rousseff.
Al mismo tiempo que explica que “el partido y el gobierno son instituciones diferentes”, porque “el gobierno responde por todos y el partido, por una parte de la sociedad”, para el PT hay un proceso de “contraofensiva” conservadora en la región y una de sus expresiones es el reciente triunfo de Sebastián Piñera en Chile junto con las instalación de bases militares en Colombia y el golpe de Estado en Honduras.
El texto recomienda evitar dos errores. Uno, ir más allá “de nuestra capacidad de sustentar políticamente los procesos”. El otro, hacer menos de lo necesario “para seguir acumulando fuerzas”.
“Evitar estos errores exige debatir la estrategia de la lucha por el socialismo en América latina, un debate que debe tener en cuenta la experiencia acumulada de lucha popular en América latina, especialmente la de la Unidad Popular en el Chile de 1970-1973, así como exige comprender el papel de las alianzas y el carácter estratégico de la integración continental.” El 11 de septiembre de 1973 el gobierno chileno de Salvador Allende, surgido en 1970 del voto popular y formado por una coalición de partidos de izquierda, fue derrocado por una coalición civil y militar.
El documento dice que, por un lado, “no hay una sola estrategia válida para todos los lugares y tiempos” y a la vez sostiene que “los procesos nacionales tendrán poca soga si no se articulan en una estrategia continental”. De ahí el apoyo a “la integración regional, reduciendo la injerencia eterna, las desigualdades y asimetrías, sea para actuar internacionalmente como bloque, sea para aprovechar mejor las potencialidades de América del Sur”.
De las alternativas en danza, el PT se queda con la de la Unión de Naciones Sudamericanas, conocida como Unasur, formada en 2004 por la Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Guyana, Surinam y Venezuela. Sería el modelo de “integración de amplio espectro” que se complementa con la creación del Banco del Sur (un banco para estimular el desarrollo productivo) y la integración de la infraestructura física e implica la reversión del modelo de “subordinación política sustentado por las elites conservadoras”.
Según el PT, para que la Unasur sea una alternativa viable hay que desarrollar la cooperación con gobiernos que son adversarios en el terreno de la política y la ideología, como Perú y Colombia, acelerar la entrada de Venezuela en el Mercosur, hoy pendiente de la decisión del Congreso paraguayo y lograr que en Brasil prevalezca el interés estratégico del Estado por sobre la dinámica de las grandes empresas brasileñas.
El documento del PT critica las variantes de asociaciones de libre comercio, ya sean bilaterales o regionales como el ALCA. Para el PT, un ejemplo de este modelo fueron los efectos del acuerdo de América del Norte sobre México, “entre los cuales se incluye la catastrófica expansión del crimen organizado”.
En cuanto al Mercosur, cuestiona un aspecto: en su concepción original, dice, era un acuerdo de gobiernos que “tenía como principales beneficiarios a las empresas multinacionales”. El PT contrapone ese aspecto a lo que describe como esfuerzos de Lula para la “integración política, social y productiva”.
Sobre el Alba, la Alternativa Bolivariana para las Américas formada por Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua, rescata “el espíritu de solidaridad” pero apunta que “no existe correlación de fuerzas, mecanismos institucionales y una situación económica que permitan al conjunto de los países de la región adoptar los principios del Alba”. Y aquí vuelve sobre la combinación de ideales y realismo. Dice el documento internacional del PT: “Aunque toda política progresista y de izquierda deba necesariamente abarcar un componente de solidaridad y de identidad ideológica, la dimensión principal de la integración, en la actual etapa de la historia latinoamericana, es de acuerdos institucionales entre los Estados, acuerdos que no deben limitarse a sus aspectos comerciales”.
De todas maneras, el texto del PT afirma rechazar “cualquier tipo de interpretación reduccionista y dicotómica”. El reduccionismo consistiría en decir que hay dos izquierdas en América latina, así sin más y descuidando diferencias programáticas, estratégicas, históricas y sociológicas. A su vez, el reconocimiento de la infinidad de matices no implica decir que “el crecimiento de una izquierda depende del debilitamiento de otra izquierda”. Para el PT, pensar de esa manera “ayuda políticamente a la derecha” y forma “una ecuación perversa que convenientemente saca del escenario a los enemigos comunes”.
La fórmula sería discusión de ideas y políticas más cooperación estratégica.
Al revés de la vieja tradición de izquierda que veía en cada sacudón internacional “la crisis general y última del capitalismo”, el PT opta por una posición realista y pronostica un largo período de inestabilidad internacional sin que aparezcan por ahora alternativas a una situación que combina “crisis clásica de acumulación”, “agotamiento de la gobernabilidad por parte de las instituciones de Bretton Woods”, los límites al consumo sin sustento en los Estados Unidos, “la dinámica de especulación financiera” y una “aguda crisis ambiental”. Bretton Woods es el nombre genérico de los acuerdos de 1944 que, entre otras cosas, decidieron crear el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
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Texto completo del documento del PT que será discutido el 18 de febrero en el congreso partidario