sábado, 20 de febrero de 2010

La extrema derecha discute vías para alcanzar el poder en EE.UU.


Por Antonio Caño, corresponsal en EE.UU (El País, Madrid)

Estimulada por la pujanza de un movimiento que en estos momentos domina la vida política en Estados Unidos, la extrema derecha norteamericana se reúne este fin de semana en Washington en una conferencia que pretende imponer el control sobre el Partido Republicano y decidir la suerte de las próximas elecciones. El objetivo de esta conferencia es el de convertir lo que hasta ahora es un movimiento disperso en una fuerza cohesionada capaz de conseguir el poder.
Les une el odio al 'aparato' del Estado y una oposición radical a Obama.

[Sigue +/-]

La cita se produce en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), una institución que se reúne anualmente con el fin de discutir y actualizar el ideario conservador. El año pasado, pocas semanas después de la toma de posesión de Barack Obama, esta conferencia fue un cementerio en el que el abatimiento general hacía presagiar una larga etapa de depresión. Tan sólo un año después, la reunión se ha llenado de nueva energía y nuevos rostros que anuncian, como decía ayer John O'Hara, uno de los organizadores de la reciente convención de los Tea Party, "el triunfo de esta contrarrevolución".
Desde el jueves hasta hoy participan en la conferencia los nuevos héroes de la derecha, como Scott Brown, el reciente senador de Massachusetts, y Dick Armey, el presidente de FreedomWorks (el embrión de los Tea Party), alguna vieja leyenda, como el ex vicepresidente Dick Cheney, y un símbolo del futuro inmediato, el ex gobernador Mitt Romney, el más convincente candidato presidencial republicano hasta ahora.
Abrieron y cerrarán las sesiones dos grandes figuras en alza: Marco Rubio, un joven ultracatólico de origen cubano que puede ser el próximo senador de Florida, y Glenn Beck, el pintoresco presentador de televisión que se ha convertido en el galvanizador, símbolo y portavoz de todo este movimiento. Rubio encendió a la audiencia cuando proclamó: "Nuestros derechos no emanan del Estado, emanan de Dios". Entre las ausencias, la más destacada es la de John McCain, una de las bestias pardas de estos grupos. Sarah Palin decidió no acudir para no excederse en protagonismo, pero su espíritu está presente en los salones del hotel donde se celebran las sesiones y no se descarta aún una visita sorpresa.
La conferencia está dividida en sesiones destinadas a temas como los siguientes: "el secretismo de Obama: cómo encontrar los archivos que el Gobierno esconde", "la lucha contra la tiranía de Washington", "la resistencia a los recaudadores de impuestos", "cómo salvar la libertad amenazada", "la guerra a la inmigración ilegal", "la rendición de Obama ante la Yihad y Ahmadineyad". En fin, todo gira en torno a una oposición radical a Obama, un odio feroz al aparato del Estado y una presunta defensa de los supuestos valores tradicionales frente a la pretendida amenaza de las élites culturales, los medios de comunicación, Hollywood, los inmigrantes y las influencias extranjeras.
Pero el asunto central de debate es la forma de conciliar la plataforma radical del Tea Party con las necesidades del Partido Republicano. En varios Estados, los Tea Party apoyan para las legislativas de noviembre a candidatos diferentes a los que oficialmente respaldan los republicanos. Una de las opciones defendidas en esta conferencia es la de, simplemente, cortar todos los lazos con el partido y presentar candidatos en listas propias. Pero la que más parece prosperar estos días es la de intentar conciliar intereses en plataformas y con candidatos conjuntos. Los Tea Party tampoco aceptan ser absorbidos sin más en la estructura del partido.
"No necesitamos nada de ellos [los republicanos]. Son ellos los que tienen que venir y demostrarnos que se merecen nuestra confianza", dijo Dick Armey. Como explica el veterano comentarista conservador Patt Buchanan, "esta conferencia es como los comisarios del Ejército Rojo: han puesto una ametralladora en la retaguardia y van a disparar contra todo soldado que huya; ningún republicano que vote por más impuestos volverá a casa sano".
El máximo representante del partido en la reunión, John Boehner, líder del grupo republicano en la Cámara de Representantes, garantizó que su organización no va a tratar de cooptar a los Tea Party. "Mientras yo sea su líder, los vamos a respetar y vamos a caminar junto a ellos".