Cuando las tropas occidentales forzaron la caída del régimen talibán, a finales de 2001, quizá una de las imágenes más esperadas era la de las mujeres afganas quitándose el burka y abrazando la libertad que la nueva democracia les iba a conceder. Ocho años después de la ocupación, ¿se cumplieron las esperanzas de ver un Afganistán donde las mujeres sean libres?
[+/-]
Al menos sobre el papel, esas esperanzas se cumplieron. De hecho, la constitución afgana en enero de 2004 así lo reconoce.
"Los ciudadanos de Afganistán, hombres o mujeres, tienen iguales derechos y deberes ante la ley", reza el artículo 22 de la actual Carta Magna afgana.
Sin embargo, la igualdad constitucional dista mucho de cumplirse en la práctica.
"Un abrumador 60% de las mujeres todavía son obligadas a casarse siendo niñas, a edades tan tempranas como los seis o los nueve años. Eso no cambió desde la intervención de Occidente, a pesar de que la ley afgana prohíbe el matrimonio de niñas menores de 16 años", señaló la reportera de la BBC, Jane Corbin.
Difícil visibilidad de la mujer
A lo largo de estos años, algunas mujeres tomaron un papel activo en la sociedad afgana.
Pero a cambio de la exposición pública, muchas se enfrentaron a la discriminación y algunas incluso a amenazas de muerte.
En Herat trabaja Maria Bashir, la primera fiscal del país, que ya sobrevivió a un ataque con bomba hace unos meses. Vaya donde vaya, lo hace acompañada por escoltas armados y sus hijos no pueden ir a la escuela por miedo a secuestros.
"No acepto sobornos y tengo muchos enemigos porque nunca actué ilegalmente. Estamos muy lejos de conseguir la igualdad que promete nuestra Constitución", comentó María a Jane Corbin.
Entre los 38 candidatos a las elecciones presidenciales del 20 de agosto, sólo hay dos mujeres, Frozan Fana y Sahla Atta.
Y su campaña es mucho más difícil que las de sus rivales hombres. Los conservadores pretendían incluso que no se permitiera a las candidatas mujeres la utilización de sus retratos en los carteles de campaña.
Ley polémica
A lo largo de estos años, algunas mujeres tomaron un papel activo en la sociedad afgana.
Pero a cambio de la exposición pública, muchas se enfrentaron a la discriminación y algunas incluso a amenazas de muerte.
En Herat trabaja Maria Bashir, la primera fiscal del país, que ya sobrevivió a un ataque con bomba hace unos meses. Vaya donde vaya, lo hace acompañada por escoltas armados y sus hijos no pueden ir a la escuela por miedo a secuestros.
"No acepto sobornos y tengo muchos enemigos porque nunca actué ilegalmente. Estamos muy lejos de conseguir la igualdad que promete nuestra Constitución", comentó María a Jane Corbin.
Entre los 38 candidatos a las elecciones presidenciales del 20 de agosto, sólo hay dos mujeres, Frozan Fana y Sahla Atta.
Y su campaña es mucho más difícil que las de sus rivales hombres. Los conservadores pretendían incluso que no se permitiera a las candidatas mujeres la utilización de sus retratos en los carteles de campaña.
Ley polémica
Frente a ellas, y frente al conjunto de sus compatriotas, se alzan las centenarias tradiciones machistas del país, difíciles de dejar atrás.
El jueves 20 de agosto, Afganistán celebrará las segundas elecciones presidenciales desde el inicio de la invasión en 2001.
En este contexto preelectoral, el pasado 16 de agosto, a sólo cinco días de los comicios, el gobierno afgano, presidido por Hamid Karzai, aprobó la denominada Ley de la Familia Chii, que regula las obligaciones de los hombres y mujeres de esta confesión islámica.
Entre otras cosas, la ley autoriza a los maridos chiitas a privar de alimentación a sus mujeres si no los satisfacen sexualmente al menos una vez cada cuatro días.
Para algunos, con la aprobación de la Ley de la Familia Chii, el presidente Hamid Karzai intentó hacer un gesto de última hora para ganarse la confianza, y el voto, de la minoría chiita –que representa cerca del 20% de la población del país-.
La violencia, la presencia de los talibanes, que amenazaron con atacar los colegios electorales, y las acusaciones de corrupción han mermado la popularidad del mandatario.
A pesar de que el actual presidente parte como favorito -las encuestas le otorgan cerca del 45% de votos-, a diferencia de 2004, no parece en disposición de obtener una victoria aplastante.
Sin embargo, para los activistas por los derechos de las mujeres, esta decisión política supone un paso atrás en materia de derechos para las mujeres.
"Karzai ha hecho lo impensable para vender a las mujeres afganas a cambio del apoyo de los fundamentalistas en las elecciones del 20 de agosto (…). El gobierno de Afganistán debería revocar esta ley que viola la Constitución", denunció la organización no gubernamental Human Rights Watch.
Antecedentes
La primera versión de la ley, que autorizaba la violación dentro del matrimonio, causó una enorme polémica en abril.
En aquella ocasión, las calles de Kabul vieron una imagen insólita en el país: cerca de 300 mujeres, fuertemente protegidas por las fuerzas de seguridad y rodeadas por cientos de manifestantes que las increpaban, protestaron contra la aprobación de la ley.
Los principales líderes occidentales condenaron las intenciones del gobierno afgano.
Ante la presión interna e internacional, Karzai retiró el texto para someterlo a un proceso de consulta cuyo resultado fue la ley aprobada el 16 de agosto.
Elecciones clave
A diferencia de lo ocurrido en abril, en agosto, en vísperas de las elecciones, la aprobación de la ley fue muy discreta y pasó prácticamente desapercibida.
"Los Estados Unidos y Gran Bretaña se oponen en estos momentos a toda protesta pública porque temen que podría alterar las elecciones del jueves", comentó el diario británico The Times el sábado 17 de agosto.
En este sentido, la coalición occidental se juega mucho política y militarmente en las elecciones afganas del 20 de agosto.
"Después de haber invertido tanto tiempo, dinero y vidas humanas, los militares occidentales creen que la democracia está asentándose y probablemente declararán las elecciones un éxito sean cuales sean los desafíos", indicó el reportero de la BBC en Afganistán, Ian Panell.
En ocho años de ocupación, el país no alcanzó la paz -2008 fue el año más violento desde la ocupación- y el gobierno de Kabul, según un informe publicado este lunes por la BBC, a duras penas controla un tercio del territorio nacional y en el 4% de los distritos ni siquiera puede suministrar servicios ni seguridad.
"La mayoría de esos distritos se encuentran en el sur, donde la insurgencia Talibán se hizo fuerte. Los reporteros dijeron que en el 26% de los distritos de Afganistán, el gobierno sólo controla la ciudad principal", apuntó Martin Vennard, de la oficina de Asia Occidental de la BBC.
Ante esta difícil situación y frente a una opinión pública cada vez más escéptica en sus países, presentar las elecciones como un éxito de la democracia es vital para la coalición. Y en este sentido, Karzai es el candidato "preferido" por Occidente.
En medio de todos estos intereses cruzados, las mujeres afganas miran un futuro incierto.
"El cambio para las mujeres es dolorosamente lento en Afganistán y la gente está llena de miedo sobre lo que pueda pasar después de las elecciones presidenciales si las negociaciones con los llamados 'talibanes moderados' siguen adelante", sugirió desde Kabul la reportera de la BBC, Jane Corbin.
BBC Mundo
"Los ciudadanos de Afganistán, hombres o mujeres, tienen iguales derechos y deberes ante la ley", reza el artículo 22 de la actual Carta Magna afgana.
Sin embargo, la igualdad constitucional dista mucho de cumplirse en la práctica.
"Un abrumador 60% de las mujeres todavía son obligadas a casarse siendo niñas, a edades tan tempranas como los seis o los nueve años. Eso no cambió desde la intervención de Occidente, a pesar de que la ley afgana prohíbe el matrimonio de niñas menores de 16 años", señaló la reportera de la BBC, Jane Corbin.
Difícil visibilidad de la mujer
A lo largo de estos años, algunas mujeres tomaron un papel activo en la sociedad afgana.
Pero a cambio de la exposición pública, muchas se enfrentaron a la discriminación y algunas incluso a amenazas de muerte.
En Herat trabaja Maria Bashir, la primera fiscal del país, que ya sobrevivió a un ataque con bomba hace unos meses. Vaya donde vaya, lo hace acompañada por escoltas armados y sus hijos no pueden ir a la escuela por miedo a secuestros.
"No acepto sobornos y tengo muchos enemigos porque nunca actué ilegalmente. Estamos muy lejos de conseguir la igualdad que promete nuestra Constitución", comentó María a Jane Corbin.
Entre los 38 candidatos a las elecciones presidenciales del 20 de agosto, sólo hay dos mujeres, Frozan Fana y Sahla Atta.
Y su campaña es mucho más difícil que las de sus rivales hombres. Los conservadores pretendían incluso que no se permitiera a las candidatas mujeres la utilización de sus retratos en los carteles de campaña.
Ley polémica
A lo largo de estos años, algunas mujeres tomaron un papel activo en la sociedad afgana.
Pero a cambio de la exposición pública, muchas se enfrentaron a la discriminación y algunas incluso a amenazas de muerte.
En Herat trabaja Maria Bashir, la primera fiscal del país, que ya sobrevivió a un ataque con bomba hace unos meses. Vaya donde vaya, lo hace acompañada por escoltas armados y sus hijos no pueden ir a la escuela por miedo a secuestros.
"No acepto sobornos y tengo muchos enemigos porque nunca actué ilegalmente. Estamos muy lejos de conseguir la igualdad que promete nuestra Constitución", comentó María a Jane Corbin.
Entre los 38 candidatos a las elecciones presidenciales del 20 de agosto, sólo hay dos mujeres, Frozan Fana y Sahla Atta.
Y su campaña es mucho más difícil que las de sus rivales hombres. Los conservadores pretendían incluso que no se permitiera a las candidatas mujeres la utilización de sus retratos en los carteles de campaña.
Ley polémica
Frente a ellas, y frente al conjunto de sus compatriotas, se alzan las centenarias tradiciones machistas del país, difíciles de dejar atrás.
El jueves 20 de agosto, Afganistán celebrará las segundas elecciones presidenciales desde el inicio de la invasión en 2001.
En este contexto preelectoral, el pasado 16 de agosto, a sólo cinco días de los comicios, el gobierno afgano, presidido por Hamid Karzai, aprobó la denominada Ley de la Familia Chii, que regula las obligaciones de los hombres y mujeres de esta confesión islámica.
Entre otras cosas, la ley autoriza a los maridos chiitas a privar de alimentación a sus mujeres si no los satisfacen sexualmente al menos una vez cada cuatro días.
Para algunos, con la aprobación de la Ley de la Familia Chii, el presidente Hamid Karzai intentó hacer un gesto de última hora para ganarse la confianza, y el voto, de la minoría chiita –que representa cerca del 20% de la población del país-.
La violencia, la presencia de los talibanes, que amenazaron con atacar los colegios electorales, y las acusaciones de corrupción han mermado la popularidad del mandatario.
A pesar de que el actual presidente parte como favorito -las encuestas le otorgan cerca del 45% de votos-, a diferencia de 2004, no parece en disposición de obtener una victoria aplastante.
Sin embargo, para los activistas por los derechos de las mujeres, esta decisión política supone un paso atrás en materia de derechos para las mujeres.
"Karzai ha hecho lo impensable para vender a las mujeres afganas a cambio del apoyo de los fundamentalistas en las elecciones del 20 de agosto (…). El gobierno de Afganistán debería revocar esta ley que viola la Constitución", denunció la organización no gubernamental Human Rights Watch.
Antecedentes
La primera versión de la ley, que autorizaba la violación dentro del matrimonio, causó una enorme polémica en abril.
En aquella ocasión, las calles de Kabul vieron una imagen insólita en el país: cerca de 300 mujeres, fuertemente protegidas por las fuerzas de seguridad y rodeadas por cientos de manifestantes que las increpaban, protestaron contra la aprobación de la ley.
Los principales líderes occidentales condenaron las intenciones del gobierno afgano.
Ante la presión interna e internacional, Karzai retiró el texto para someterlo a un proceso de consulta cuyo resultado fue la ley aprobada el 16 de agosto.
Elecciones clave
A diferencia de lo ocurrido en abril, en agosto, en vísperas de las elecciones, la aprobación de la ley fue muy discreta y pasó prácticamente desapercibida.
"Los Estados Unidos y Gran Bretaña se oponen en estos momentos a toda protesta pública porque temen que podría alterar las elecciones del jueves", comentó el diario británico The Times el sábado 17 de agosto.
En este sentido, la coalición occidental se juega mucho política y militarmente en las elecciones afganas del 20 de agosto.
"Después de haber invertido tanto tiempo, dinero y vidas humanas, los militares occidentales creen que la democracia está asentándose y probablemente declararán las elecciones un éxito sean cuales sean los desafíos", indicó el reportero de la BBC en Afganistán, Ian Panell.
En ocho años de ocupación, el país no alcanzó la paz -2008 fue el año más violento desde la ocupación- y el gobierno de Kabul, según un informe publicado este lunes por la BBC, a duras penas controla un tercio del territorio nacional y en el 4% de los distritos ni siquiera puede suministrar servicios ni seguridad.
"La mayoría de esos distritos se encuentran en el sur, donde la insurgencia Talibán se hizo fuerte. Los reporteros dijeron que en el 26% de los distritos de Afganistán, el gobierno sólo controla la ciudad principal", apuntó Martin Vennard, de la oficina de Asia Occidental de la BBC.
Ante esta difícil situación y frente a una opinión pública cada vez más escéptica en sus países, presentar las elecciones como un éxito de la democracia es vital para la coalición. Y en este sentido, Karzai es el candidato "preferido" por Occidente.
En medio de todos estos intereses cruzados, las mujeres afganas miran un futuro incierto.
"El cambio para las mujeres es dolorosamente lento en Afganistán y la gente está llena de miedo sobre lo que pueda pasar después de las elecciones presidenciales si las negociaciones con los llamados 'talibanes moderados' siguen adelante", sugirió desde Kabul la reportera de la BBC, Jane Corbin.
BBC Mundo