jueves, 20 de agosto de 2009

¿Volarán sillas y cubetas?


Por Fernando Ravsberg
(Cartas desde Cuba, BBC)

El exilio de Miami lo ha dejado muy claro, "Juanes no debe cantar en Cuba". Sus líderes aseguran que ''los conciertos apolíticos no existen (...) porque al no tomar posición ante una dictadura, un régimen que es criminal, estás convirtiéndote en cómplice de ellos".

No importan todas las explicaciones del cantante, tampoco el hecho de que incluso la Secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hilary Clinton, apoye el concierto en la Plaza de la Revolución. Todos son culpables de "colaboración con el régimen castrista".
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En Europa también se movilizan. La escritora cubana Zoe Valdés, exiliada en París, le dice al cantante Miguel Bosé que no participe en el concierto y le explica que el cantautor Silvio Rodriguez es "uno de los personajes más siniestros del castrismo".

Esta intelectual es la misma que declaró hace poco: "no estoy de acuerdo con los golpes de estado en estados democráticos, pero en países como esos de 'América Letrina', donde el comunismo está cogiendo fuerza, me parece muy sensato que el ejército se levante".

Pero nadie debe pensar que esta posición del exilio es contra el cantante colombiano, para nada. Una de las primeras víctimas de esta postura intransigente fue nada menos que Julio Iglesias. Incluso él despertó las sospechosas de los anticomunistas.
La historia no tiene desperdicio y la cuenta la locutora Betty Pino, íntima del cantante. Ocurrió en 1973 en el cabaret Monmartre, en la "Pequeña Habana" de Miami. Julio les dijo que le gustaría cantar en Cuba, frente a "muchos de los que son vuestros familiares".

En ese momento se acabaron las buenas costumbres, la libertad de expresión y el derecho de viaje. Betty recuerda que "las cubetas de hielo y las sillas empezaron a volar sobre su cabeza y Julio tuvo que salir de allí escoltado por la Policía".

Después de muchas explicaciones y profesiones de fe, Julio Iglesias fue perdonado y regresó a los escenarios sin necesidad de ser protegido por la policía. Estoy seguro de que aprendió la lección: en Miami hay libertad de expresión...pero no tanta.

La escena volvió a repetirse con artistas de diferentes partes del mundo, desde la mexicana Verónica Castro (de tan sospechoso apellido) hasta el salsero venezolano Oscar de León. El exilio no perdona, lo mismo hacen boicots que rompen estrellas a martillazos.

A propósito de martillos, ya hicieron una manifestación portando discos de Juanes que luego rompieron a martillazos. La destrucción de productos culturales por razones ideológicas no es nueva, décadas atrás otros se exorcizaban haciendo hogueras con libros.

Claro que también los hay "moderados". El cantante cubano Willy Chirino apoya el concierto, pero con la condición de que Juanes no permita cantar a Silvio Rodriguez ni a Amaury Pérez. Tendría además que exigir la libertad de los presos políticos. ¡Se la puso fácil!

La presión tiene bastante éxito, algunos de los invitados ya renunciaron a asistir al concierto. La portorriqueña Olga Tañón todavía no se decide, pero parece sorprendida al descubrir que las críticas del exilio estén tan "llenas de rencor y odio".

Tal vez la Tañon vio en Miami a una exiliada cubana dándole fuego a una camisa negra a la vez que declaraba a la prensa: ''esto es lo que haremos con él (con Juanes), quemarlo por comunista, por traidor, por terrorista, por lamerle las botas a Fidel Castro''..
En Cuba los atribulados ciudadanos no entienden por qué no pueden tener el concierto. Una joven de 20 años -que no simpatiza con la Revolución- me preguntaba irritada "¿por qué esa gente de Miami siempre está tratando de jodernos, que les hemos hecho?".

Es que los anticastristas también se sienten amenazados. Y no es para menos, cuando la prensa local ha llegado a publicar artículos serios en los que se afirma que los comunistas cubanos entrenan tiburones para que naden hasta La Florida a comerse a los desprevenidos bañistas.

Esos mismos periódicos se hacen eco hoy de la campaña contra Juanes. Él trata de explicarles: ''Voy hacia el futuro, el de Cuba y el de toda la región. No le tengamos miedo a la libertad, a cambiar las cosas, el miedo es el peor sentimiento (...). La música, el arte, deben estar por encima de toda ideología o condición''.

Pero nadie le responde, por el contrario lo siguen insultando, acusando y amenazando con destruirle la carrera a martillazos. Tal vez lo que ocurre es que con la bulla de tantas protestas, gritos y consignas no oyen lo que él les está diciendo.

De todas formas Juanes no debería quejarse, al fin y al cabo, lo han tratado mucho mejor que a su colega Julio Iglesias. Claro que yo en su lugar no planearía ningún concierto en Miami, no sea que al final vuelvan a volar sillas y cubetas.