Por José Reinoso
(El País)
El próximo 1 de octubre, el Gobierno chino celebrará por todo lo alto el 60º aniversario de la fundación de la República Popular. Un gran desfile militar en la plaza de Tiananmen, fuegos artificiales y exposiciones simbolizarán en Pekín, en medio de unas medidas de seguridad extraordinarias, los grandes logros económicos alcanzados por el país bajo el mando único del Partido Comunista Chino.
El entorno global no ofrece el marco que hubieran deseado los líderes chinos para los fastos. La crisis ha asestado un duro golpe al país asiático, donde miles de empresas han tenido que cerrar y millones de trabajadores han regresado a sus pueblos ante la caída de las exportaciones por la menor demanda extranjera. Pero China, parcialmente blindada por el fuerte intervencionismo del Estado, ha mostrado una gran capacidad de resistencia y su recuperación está en marcha.
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Junto a China, otras economías asiáticas han empezado a dar claros síntomas de mejoría. Hong Kong dijo adiós a la recesión en el segundo trimestre al crecer un 3,3%, según cifras conocidas el viernes. India, Corea del Sur, Taiwan, Indonesia, Singapur también crecieron más de lo esperado entre los meses de abril y junio.
Aunque el presidente Barack Obama advierte de que la economía de EE UU no está aún "fuera de peligro", la Reserva Federal ha sugerido esta misma semana que lo peor de la recesión económica ha pasado. Las cifras del paro del pasado julio, mucho mejores que las pronosticadas por los expertos, han abierto una puerta a la esperanza, igual que el aumento de las exportaciones y del consumo privado en junio, de la producción industrial en julio y de la productividad en el primer semestre. El multimillonario inversor George Soros opina que EE UU volverá a crecer en el tercer trimestre, en gran parte debido al programa de estímulo del Gobierno, de 787.000 millones de dólares.
Y, en contra de todos los pronósticos, el pasado jueves se supo que las economías de Francia y Alemania entraron durante el segundo trimestre en terreno positivo tras un año de recesión. Ambos países crecieron un 0,3% gracias al aumento de las exportaciones, el impacto de los planes de estímulo y el crecimiento del consumo. Aunque el panorama no es tan halagüeño en el Reino Unido, España e Italia, la sorprendente recuperación de Francia y Alemania ha alimentado las esperanzas de que el resto de Europa retome pronto la senda del crecimiento. El Banco Central Europeo (BCE) cree que, por fin, la crisis está tocando fondo.
La foto es más positiva en China, donde los datos de julio confirman que su recuperación sigue avanzando. Antes de ser golpeada por la recesión global, China había experimentado un crecimiento anual de dos dígitos entre 2003 y 2007. Pero el año pasado, el producto interior bruto se ralentizó al 9%, y en el primer trimestre de este año fue del 6,1%, la cifra más baja en los últimos 10 años. Son crecimientos inimaginables para los países desarrollados, pero en Pekín causaron gran preocupación, ya que los expertos consideran que el país asiático debe crecer un mínimo del 7% u 8% al año para garantizar suficientes puestos de trabajo a sus 1.300 millones de ciudadanos y mantener la estabilidad social.
Para intentar atajar la situación, el Gobierno del presidente Hu Jintao aprobó en noviembre pasado un plan de estímulo por valor de cuatro billones de yuanes (410.000 millones de euros), que está dando resultados. El PIB subió un 7,9% en el segundo trimestre, y colocó a Pekín en la senda para alcanzar el objetivo previsto del 8% en el conjunto de 2009.
Los datos publicados el martes por el Departamento Nacional de Estadísticas chino así parecen indicarlo. La producción industrial anual hasta julio aumentó un 10,8%, el máximo valor en los últimos nueve meses, mientras que las exportaciones -el talón de Aquiles de la crisis en China-, a pesar de continuar a la baja, mostraron signos esperanzadores. Las ventas en el exterior cayeron un 22,9% en julio, y las importaciones, un 14,9%, respecto al mismo mes de 2008; pero las cifras son mejores de lo que esperaban los analistas y se transforman en sendas subidas del 5,2% y 3,5%, respectivamente, comparadas con junio.
Otro signo de la fortaleza subyacente de la tercera economía del mundo es que las importaciones de crudo subieron un 42%, en volumen, sobre julio del año pasado, el mayor incremento desde enero de 2006, aunque parte de este aumento puede ir destinado a rellenar los depósitos de existencias de petróleo vacíos o a la reexportación. También se han registrado importaciones récord de mineral de hierro con el que alimentar la producción siderúrgica en alza. Además, las ventas minoristas -principal indicador del consumo- ascendieron un 15,2% en julio, y las ventas de vehículos subieron un 64%, hasta 1,1 millones de unidades, impulsadas por las rebajas de impuestos y la suavización de las condiciones para lograr un crédito. El índice de precios al consumo bajó por sexto mes consecutivo -un 1,8%-, disipando los posibles temores de que el plan de estímulo del Gobierno dispare la inflación.
Según el banco de negocios JP Morgan, los datos de julio apuntan a una continua recuperación de la economía china en la segunda mitad del año, gracias al fuerte gasto del Gobierno, entre otros, en infraestructuras, que ha permitido que las inversiones en activos fijos urbanos hayan aumentado un 32,9% hasta julio respecto a un año antes.
Sin embargo, los cimientos de la recuperación aún no son sólidos, según ha querido dejar bien claro el Gobierno, porque el sector privado está todavía debilitado y el crecimiento depende del plan de estímulo. Li Xiaochao, portavoz del departamento estadístico, aseguró que la situación sigue siendo complicada: "El preocupante entorno internacional afecta a nuestras exportaciones, el crecimiento de algunos sectores industriales sigue siendo bajo y los beneficios de algunas empresas continúan cayendo de forma notable".
El Ministerio de Comercio afirmó que el consumo interno -el gran caballo de batalla de las autoridades- no podrá "remediar totalmente la aguda contracción de la demanda exterior". "A pesar del giro más que evidente registrado en China, las perspectivas de la economía mundial siguen sin estar claras", señala el Ministerio. Fu Ziying, viceministro de Comercio, dijo que el incremento del ahorro y las medidas proteccionistas en Estados Unidos están restringiendo las ventas chinas en el exterior. Pekín ha anunciado que reducirá los aranceles a las compañías exportadoras.
En un viaje realizado la semana pasada a la provincia costera de Jiangsu, el primer ministro, Wen Jiabao, garantizó que China mantendrá la política macroeconómica actual, dirigida a impulsar el consumo interno, porque, según advirtió, los efectos del paquete de estímulo se debilitarán con el tiempo. El plan, por valor de cuatro billones de yuanes, está financiando la construcción de carreteras, líneas de ferrocarril y aeropuertos, y, junto con los numerosos créditos concedidos por parte de los bancos, ha servido para contrarrestar el desplome de las empresas exportadoras. "Nos enfrentamos aún a muchas dificultades y desafíos, y hay incertidumbres sobre las perspectivas de la economía internacional. Mantendremos la política fiscal proactiva y una política monetaria relativamente relajada", dijo el primer ministro. Y eso hasta que la solidez de la recuperación esté fuera de toda duda.
Los analistas creen que el programa de estímulo y la oleada de préstamos han disparado la especulación bursátil -el índice de Shanghai ha subido alrededor del 80% este año- e inmobiliaria -las ventas han aumentado más de un 60% hasta julio-, y existe riesgo de que estalle la burbuja.
La concesión indiscriminada de préstamos podría forzar, además, la inflación al alza y dejar un reguero de malos créditos en los bancos. Los préstamos alcanzaron la cifra de 7,1 billones de yuanes (727.000 millones de euros) en la primera mitad del año. Se estima que el 15% de esta cantidad ha sido desviado a la compra de acciones y pisos, en contra de las indicaciones del Gobierno. Según la prensa china, las entidades han recibido orden de incrementar los controles sobre la concesión de dinero y asegurarse de que los clientes lo destinan a inversiones productivas.
Pekín desempeñará un papel importante para ayudar al resto del mundo a salir de la peor crisis vivida desde la década de 1930. La demanda china y la india han mantenido en buena parte a flote los precios de las materias primas este año, con el consiguiente beneficio para países como Brasil y Australia. Pero los economistas consideran que, de forma más global, el impacto que ejercerán será modesto, ya que tanto China como India son exportadores, con un consumo doméstico limitado, y ellos mismos dependen de que los países desarrollados se recuperen primero para crecer más deprisa.
Aunque el presidente Barack Obama advierte de que la economía de EE UU no está aún "fuera de peligro", la Reserva Federal ha sugerido esta misma semana que lo peor de la recesión económica ha pasado. Las cifras del paro del pasado julio, mucho mejores que las pronosticadas por los expertos, han abierto una puerta a la esperanza, igual que el aumento de las exportaciones y del consumo privado en junio, de la producción industrial en julio y de la productividad en el primer semestre. El multimillonario inversor George Soros opina que EE UU volverá a crecer en el tercer trimestre, en gran parte debido al programa de estímulo del Gobierno, de 787.000 millones de dólares.
Y, en contra de todos los pronósticos, el pasado jueves se supo que las economías de Francia y Alemania entraron durante el segundo trimestre en terreno positivo tras un año de recesión. Ambos países crecieron un 0,3% gracias al aumento de las exportaciones, el impacto de los planes de estímulo y el crecimiento del consumo. Aunque el panorama no es tan halagüeño en el Reino Unido, España e Italia, la sorprendente recuperación de Francia y Alemania ha alimentado las esperanzas de que el resto de Europa retome pronto la senda del crecimiento. El Banco Central Europeo (BCE) cree que, por fin, la crisis está tocando fondo.
La foto es más positiva en China, donde los datos de julio confirman que su recuperación sigue avanzando. Antes de ser golpeada por la recesión global, China había experimentado un crecimiento anual de dos dígitos entre 2003 y 2007. Pero el año pasado, el producto interior bruto se ralentizó al 9%, y en el primer trimestre de este año fue del 6,1%, la cifra más baja en los últimos 10 años. Son crecimientos inimaginables para los países desarrollados, pero en Pekín causaron gran preocupación, ya que los expertos consideran que el país asiático debe crecer un mínimo del 7% u 8% al año para garantizar suficientes puestos de trabajo a sus 1.300 millones de ciudadanos y mantener la estabilidad social.
Para intentar atajar la situación, el Gobierno del presidente Hu Jintao aprobó en noviembre pasado un plan de estímulo por valor de cuatro billones de yuanes (410.000 millones de euros), que está dando resultados. El PIB subió un 7,9% en el segundo trimestre, y colocó a Pekín en la senda para alcanzar el objetivo previsto del 8% en el conjunto de 2009.
Los datos publicados el martes por el Departamento Nacional de Estadísticas chino así parecen indicarlo. La producción industrial anual hasta julio aumentó un 10,8%, el máximo valor en los últimos nueve meses, mientras que las exportaciones -el talón de Aquiles de la crisis en China-, a pesar de continuar a la baja, mostraron signos esperanzadores. Las ventas en el exterior cayeron un 22,9% en julio, y las importaciones, un 14,9%, respecto al mismo mes de 2008; pero las cifras son mejores de lo que esperaban los analistas y se transforman en sendas subidas del 5,2% y 3,5%, respectivamente, comparadas con junio.
Otro signo de la fortaleza subyacente de la tercera economía del mundo es que las importaciones de crudo subieron un 42%, en volumen, sobre julio del año pasado, el mayor incremento desde enero de 2006, aunque parte de este aumento puede ir destinado a rellenar los depósitos de existencias de petróleo vacíos o a la reexportación. También se han registrado importaciones récord de mineral de hierro con el que alimentar la producción siderúrgica en alza. Además, las ventas minoristas -principal indicador del consumo- ascendieron un 15,2% en julio, y las ventas de vehículos subieron un 64%, hasta 1,1 millones de unidades, impulsadas por las rebajas de impuestos y la suavización de las condiciones para lograr un crédito. El índice de precios al consumo bajó por sexto mes consecutivo -un 1,8%-, disipando los posibles temores de que el plan de estímulo del Gobierno dispare la inflación.
Según el banco de negocios JP Morgan, los datos de julio apuntan a una continua recuperación de la economía china en la segunda mitad del año, gracias al fuerte gasto del Gobierno, entre otros, en infraestructuras, que ha permitido que las inversiones en activos fijos urbanos hayan aumentado un 32,9% hasta julio respecto a un año antes.
Sin embargo, los cimientos de la recuperación aún no son sólidos, según ha querido dejar bien claro el Gobierno, porque el sector privado está todavía debilitado y el crecimiento depende del plan de estímulo. Li Xiaochao, portavoz del departamento estadístico, aseguró que la situación sigue siendo complicada: "El preocupante entorno internacional afecta a nuestras exportaciones, el crecimiento de algunos sectores industriales sigue siendo bajo y los beneficios de algunas empresas continúan cayendo de forma notable".
El Ministerio de Comercio afirmó que el consumo interno -el gran caballo de batalla de las autoridades- no podrá "remediar totalmente la aguda contracción de la demanda exterior". "A pesar del giro más que evidente registrado en China, las perspectivas de la economía mundial siguen sin estar claras", señala el Ministerio. Fu Ziying, viceministro de Comercio, dijo que el incremento del ahorro y las medidas proteccionistas en Estados Unidos están restringiendo las ventas chinas en el exterior. Pekín ha anunciado que reducirá los aranceles a las compañías exportadoras.
En un viaje realizado la semana pasada a la provincia costera de Jiangsu, el primer ministro, Wen Jiabao, garantizó que China mantendrá la política macroeconómica actual, dirigida a impulsar el consumo interno, porque, según advirtió, los efectos del paquete de estímulo se debilitarán con el tiempo. El plan, por valor de cuatro billones de yuanes, está financiando la construcción de carreteras, líneas de ferrocarril y aeropuertos, y, junto con los numerosos créditos concedidos por parte de los bancos, ha servido para contrarrestar el desplome de las empresas exportadoras. "Nos enfrentamos aún a muchas dificultades y desafíos, y hay incertidumbres sobre las perspectivas de la economía internacional. Mantendremos la política fiscal proactiva y una política monetaria relativamente relajada", dijo el primer ministro. Y eso hasta que la solidez de la recuperación esté fuera de toda duda.
Los analistas creen que el programa de estímulo y la oleada de préstamos han disparado la especulación bursátil -el índice de Shanghai ha subido alrededor del 80% este año- e inmobiliaria -las ventas han aumentado más de un 60% hasta julio-, y existe riesgo de que estalle la burbuja.
La concesión indiscriminada de préstamos podría forzar, además, la inflación al alza y dejar un reguero de malos créditos en los bancos. Los préstamos alcanzaron la cifra de 7,1 billones de yuanes (727.000 millones de euros) en la primera mitad del año. Se estima que el 15% de esta cantidad ha sido desviado a la compra de acciones y pisos, en contra de las indicaciones del Gobierno. Según la prensa china, las entidades han recibido orden de incrementar los controles sobre la concesión de dinero y asegurarse de que los clientes lo destinan a inversiones productivas.
Pekín desempeñará un papel importante para ayudar al resto del mundo a salir de la peor crisis vivida desde la década de 1930. La demanda china y la india han mantenido en buena parte a flote los precios de las materias primas este año, con el consiguiente beneficio para países como Brasil y Australia. Pero los economistas consideran que, de forma más global, el impacto que ejercerán será modesto, ya que tanto China como India son exportadores, con un consumo doméstico limitado, y ellos mismos dependen de que los países desarrollados se recuperen primero para crecer más deprisa.