El fútbol no vive en una burbuja: el fútbol, en algunos casos, es literalmente una burbuja. La crisis financiera mundial se mantiene, los pasivos se acumulan, ni siquiera se sabe hoy, ahora, si el juego doméstico arrancará en tiempo y forma. Mientras tanto, para algunos -pocos, es cierto-, especialmente en España y en Inglaterra, los millones de euros vuelan como si se tratase de papeles pintados. Increíbles inversiones para revitalizar el negocio.
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La información continúa así: Barcelona iniciará la negociación esta semana con Jorge Messi, padre del jugador, quien arribó ayer a Barcelona. Ahora, la cláusula de 300 millones será de 50 millones más que la del sueco Zlatan Ibrahimovic, para muchos, el mejor artista del balón, la nueva estrella del equipo (los arriesgados hasta lo sitúan por encima de la Pulga), que acordó un sueldo de 9 millones, hasta ayer superior al del argentino en módicos 500.000 euros. Messi no sólo es un jugador de fútbol con anhelos de grandeza: es un negocio. Barcelona percibe un 20 por ciento de los dividendos que brinda la estrella rosarina. La gira de Barcelona por los Estados Unidos representa un resultado de 1,9 millones euros para el club... siempre que Messi sea parte esencial del espectáculo. O sea: que sea titular. Se estima que papá Jorge no pondrá trabas. Pero hay que esperar: sabe que su hijo es una joya que aún no explotó todo su potencial. Fuera de la cancha, se entiende.
Messi está en otra cosa. Toma el balón con la pierna izquierda y crea milagros, despreocupado, como parece, de la burbuja. Así se toma la vida, también, la otra figura mediática, Cristiano Ronaldo, el otro hombre récord. Real le pagó a Manchester United 94 millones de euros por su pase y, días atrás, el presidente Florentino Pérez hizo otra increíble apuesta: rubricó una cláusula de 200 millones de euros por su juego, por sus goles y... por su imagen.
Hay más locura millonaria en tiempos de crisis profundas, de despidos masivos y de incertidumbre global. Se supo que Chelsea (el club de Roman Abramovich) prepara más de 117 millones de euros para un paquete de tres nacionalidades: un francés, Ribery; un italiano, Pirlo, y un criollo, Agüero. Hay un plan B: 60 millones de euros sólo por Kun, el crack de Atlético de Madrid. Es que ésa es la cifra que abonaría el equipo londinense por su cláusula de cancelación. Liverpool, mientras tanto, insiste en rechazar los 50 millones por Mascherano que ofrece Barcelona. ¡Siempre hay un argentino en escena!
Detrás de esta efervescencia (¿o habría que ponerlo delante?) hay cien maneras de interpretar la realidad. Una la tiene Jorge Valdano, el director general merengue . Esto dice: "Llevar el discurso hacia el terreno de la moralidad es desenfocar el debate", lanza. Y va al frente: "Salimos a competir contra el mejor equipo del mundo (Barcelona), que es el auténtico galáctico de la actualidad. Dentro de la crisis, estos precios impactan, pero basta con abrir cualquier periódico económico para encontrarnos con recomendaciones de que las empresas tienen que invertir, activar la economía. Eso hacemos". Esa receta la cumple con excelencia, si se recuerdan las adquisiciones del portugués, de Kaká y de Benzemá. "Se necesitan ideas y atrevimiento y se precisan grandes jugadores. En eso estamos...", cuenta la receta. Al menos, los dos últimos conceptos representan su pensamiento con fidelidad.
Michael Platini, aquel mágico N° 10, es hoy el presidente de la UEFA. Defiende otros intereses. Sin embargo, tiene lógica lo que expresa: "El Madrid ha arruinado el mercado. Este empujón a la inflación tiene un impacto negativo en todos los clubes europeos. Y me preocupa que se extienda esta manera de actuar. Los salarios y precios de los fichajes han alcanzado límites insostenibles", lanza, con números en el escritorio. Debe referirse, seguro, a la Premier League, que juega al ritmo de las billeteras árabes. Días atrás, el magnate Sulaiman Al-Fahim compró un club, Portsmouth, en 100 millones de dólares. Manchester City adquiere goles imaginarios como si fueran cuentos para niños: Adebayor, Santa Cruz y Tevez (¡otro argentino!), por 80 millones de euros. El fútbol, se entiende, es un negocio. Pero en tiempos de crisis global, nadie se imaginó que se convertiría, para unos pocos, en un banquete que empalaga.
- Un contexto en el que los técnicos hablan entre ellos
Los entrenadores de los equipos poderosos que se apartan de la crisis también juegan su partido. Días atrás, Pep Guardiola, de Barcelona, se comunicó con su colega de Liverpool, Rafa Benítez, para involucrarse personalmente en el pase de Javier Mascherano. "No queremos que se vaya; estamos muy contentos con él", le habría contestado Benítez.
Barcelona
300 millones de euros vale la rescisión del contrato de Lionel Messi con Barcelona.
68 millones de euros le costó el pase de Ibrahimovic; pagó 48 millones y tasó a Samuel Eto´o en 20 millones.
Real Madrid
222 millones de euros invirtió Florentino Pérez con Real Madrid para esta temporada.
94 millones de euros pagó por el pase de Cristiano Ronaldo.
100 millones de euros es el monto por el que están aseguradas las piernas del portugués.
65 millones de euros pagó por el pase de Kaká.
35 millones de euros pagó por el pase de Karim Benzema.
Manchester City
111,8 millones de euros es el total de gastos por incorporaciones en el conjunto del árabe Sulaiman Al-Fahim.
29 millones de euros pagó por el pase de Carlos Tevez.
29 millones de euros le costó el pase de Emmanuel Adebayor.
21,2 millones de euros desembolsó por el delantero paraguayo Roque Santa Cruz.
Chelsea
117 millones de euros esta dispuesto a pagar Chelsea por los pases de Ribery, Pirlo y Kun Agüero.
Lyon
72,5 millones de euros lleva invertidos Lyon en transferencias.
24 millones de euros le pagó a Porto por el argentino Lisandro López.
18 millones de euros le costó el pase de Michel Bastos, de Lille.
Producción: Ariel Ruya y Christian Leblebidjian, de La Nación (Buenos Aires)