Por John Lyons (Wall Street Journal)
CIUDAD DE MÉXICO—Cuando detienen a un jefe del narcotráfico, ¿qué pasa con sus pistolas con esmeraldas incrustadas?
La respuesta se encuentra en una dependencia poco conocida de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público de México que maneja las lujosas mansiones, los todoterrenos blindados y otros activos confiscados en la guerra cada vez más feroz que libra el gobierno mexicano contra los carteles del narcotráfico. La agencia se conoce como el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE).
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"Uno se da cuenta de que las mansiones en películas como Scarface no son exageraciones", afirma Omar Yaffar, de 36 años, un oficial de la agencia. "La realidad puede ser más asombrosa".
Un jueves, hace poco, Yaffar fue a ver una casa que está por pasar a manos de la agencia y que ahora controla la Policía Federal de México. Las autoridades sorprendieron el año pasado a un grupo de traficantes colombianos de drogas mientras festejaban en su chalet que hacía las veces de escondite. Si los acusados son condenados, su guarida probablemente será subastada.
Algunos de los traficantes fueron detenidos en un complejo subterráneo parecido a una cueva donde había un jacuzzi, con imitaciones de estalactitas y una chimenea. Una claraboya permitía que los bañistas vieran los leones y un par de tigres albinos que se paseaban en una jaula instalada en el techo.
Desde el exterior, el supuesto capo de las drogas, Zhenli Ye Gon, mantenía un perfil bajo. Ye, un empresario chino-mexicano que las autoridades estadounidenses y mexicanas han acusado de proveer químicos que se usan para la fabricación de la metanfetamina, vive en una tranquila calle del elegante vecindario de Lomas, en Ciudad de México. Su casa de tres pisos fue construida para que pareciera que tiene sólo dos.
Dentro de su casa, investigadores encontraron US$205 millones en efectivo escondidos en una habitación secreta detrás del espejo de su vestidor. Cuando fue arrestado, acababa de recibir un envío de una vajilla de Versace que hacía juego con su cristalería de Baccarat y sus copas de champagne Lalique. Todo seguía aún en sus cajas.
Ye niega los cargos y los fiscales de EE.UU. han tomado medidas para desechar los cargos en su contra, lo que despejaría el camino para extraditarlo a México, donde enfrentaría cargos similares. Los abogados de Ye afirman que planean oponerse a la extradición.
Sus abogados dicen que están satisfechos con el manejo que el SAE ha hecho de las propiedades de Ye. Sin embargo, están menos contentos con que el gobierno mexicano ya haya gastado los US$205 millones que le confiscaron, tal como permite la ley mexicana.
El comercio global de drogas puede poner a los agentes del SAE ante situaciones diplomáticas complicadas. Cuando una delegación de investigadores chinos interesados en el caso vino a México, Víctor Aznar, un alto funcionario de la dependencia afirmó que hizo todo lo que pudo para evitar que los chinos se quedaran con estatuillas de dragones y otros objetos durante un tour por la casa. "Insistían en que eran pruebas que necesitaban llevarse a China", explica Aznar. Funcionarios de la embajada china en México no devolvieron llamados ni mensajes de e-mail en busca de comentarios.
Agentes del SAE tratan con una asombrosa variedad de bienes, desde aviones Boeing DC-10 usados para transportar drogas, a manadas de ganado que pastaban en las estancias de los traficantes. En julio, cuando funcionarios de aduana descubrieron un cargamento de cocaína escondido en los estómagos de tiburones congelados, los funcionarios llamaron a la policía para que recogiera las drogas. El SAE acudió para ocuparse de los tiburones.
Una mirada dentro de una caja fuerte del SAE es un muestrario de la extravagancia de los narcos: un reloj de pulsera Rolex hecho por encargo con joyas para que parezca piel de leopardo; relojes De La Cour con motivos de calaveras; un par de pistolas con empuñadura de oro y bustos de águila sobre relieve adornados con diamantes y esmeraldas.
Tal vez la conciencia de la proximidad de la muerte hace que muchos traficantes de droga opten por motivos religiosos, como por ejemplo las cadenas con medallones del tamaño de la palma de una mano con la imagen de Judas Tadeo, el patrón de las causas perdidas.
En estas cámaras también se encuentran algunas obras de los artistas más importantes de México, como Diego Rivera y Rufino Tamayo. Tras ser subastadas, las ganancias son repartidas entre la fiscalía, el Ministerio de Salud y el sistema judicial del país. El SAE se considera un modelo de transparencia y eficiencia, según expertos. Las subastas de bienes confiscados se celebran en hoteles de lujo y en Internet.
Un jueves, hace poco, Yaffar fue a ver una casa que está por pasar a manos de la agencia y que ahora controla la Policía Federal de México. Las autoridades sorprendieron el año pasado a un grupo de traficantes colombianos de drogas mientras festejaban en su chalet que hacía las veces de escondite. Si los acusados son condenados, su guarida probablemente será subastada.
Algunos de los traficantes fueron detenidos en un complejo subterráneo parecido a una cueva donde había un jacuzzi, con imitaciones de estalactitas y una chimenea. Una claraboya permitía que los bañistas vieran los leones y un par de tigres albinos que se paseaban en una jaula instalada en el techo.
Desde el exterior, el supuesto capo de las drogas, Zhenli Ye Gon, mantenía un perfil bajo. Ye, un empresario chino-mexicano que las autoridades estadounidenses y mexicanas han acusado de proveer químicos que se usan para la fabricación de la metanfetamina, vive en una tranquila calle del elegante vecindario de Lomas, en Ciudad de México. Su casa de tres pisos fue construida para que pareciera que tiene sólo dos.
Dentro de su casa, investigadores encontraron US$205 millones en efectivo escondidos en una habitación secreta detrás del espejo de su vestidor. Cuando fue arrestado, acababa de recibir un envío de una vajilla de Versace que hacía juego con su cristalería de Baccarat y sus copas de champagne Lalique. Todo seguía aún en sus cajas.
Ye niega los cargos y los fiscales de EE.UU. han tomado medidas para desechar los cargos en su contra, lo que despejaría el camino para extraditarlo a México, donde enfrentaría cargos similares. Los abogados de Ye afirman que planean oponerse a la extradición.
Sus abogados dicen que están satisfechos con el manejo que el SAE ha hecho de las propiedades de Ye. Sin embargo, están menos contentos con que el gobierno mexicano ya haya gastado los US$205 millones que le confiscaron, tal como permite la ley mexicana.
El comercio global de drogas puede poner a los agentes del SAE ante situaciones diplomáticas complicadas. Cuando una delegación de investigadores chinos interesados en el caso vino a México, Víctor Aznar, un alto funcionario de la dependencia afirmó que hizo todo lo que pudo para evitar que los chinos se quedaran con estatuillas de dragones y otros objetos durante un tour por la casa. "Insistían en que eran pruebas que necesitaban llevarse a China", explica Aznar. Funcionarios de la embajada china en México no devolvieron llamados ni mensajes de e-mail en busca de comentarios.
Agentes del SAE tratan con una asombrosa variedad de bienes, desde aviones Boeing DC-10 usados para transportar drogas, a manadas de ganado que pastaban en las estancias de los traficantes. En julio, cuando funcionarios de aduana descubrieron un cargamento de cocaína escondido en los estómagos de tiburones congelados, los funcionarios llamaron a la policía para que recogiera las drogas. El SAE acudió para ocuparse de los tiburones.
Una mirada dentro de una caja fuerte del SAE es un muestrario de la extravagancia de los narcos: un reloj de pulsera Rolex hecho por encargo con joyas para que parezca piel de leopardo; relojes De La Cour con motivos de calaveras; un par de pistolas con empuñadura de oro y bustos de águila sobre relieve adornados con diamantes y esmeraldas.
Tal vez la conciencia de la proximidad de la muerte hace que muchos traficantes de droga opten por motivos religiosos, como por ejemplo las cadenas con medallones del tamaño de la palma de una mano con la imagen de Judas Tadeo, el patrón de las causas perdidas.
En estas cámaras también se encuentran algunas obras de los artistas más importantes de México, como Diego Rivera y Rufino Tamayo. Tras ser subastadas, las ganancias son repartidas entre la fiscalía, el Ministerio de Salud y el sistema judicial del país. El SAE se considera un modelo de transparencia y eficiencia, según expertos. Las subastas de bienes confiscados se celebran en hoteles de lujo y en Internet.