viernes, 31 de julio de 2009

Salarios, sudores y guayaberas



Por Fernando Ravsberg (BBC Mundo)

El martes fui a recoger unos negativos a una tienda de fotos en Miramar. El negocio estaba abierto pero me dijeron que no me lo podían entregar porque el empleado a cargo había tenido que salir. Nadie sabía a dónde ni cuándo regresaría.

Lo cuento porque es una historia bastante común y antigua. Recién llegado mi hijo mayor a Cuba fue al museo de Historia Natural pero no pudo entrar porque "la compañera que tiene le llave no ha venido hoy a trabajar", según le informaron en la puerta del edificio.
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No me gusta caer en tópicos pero creo que uno puede llegar a pensar que en Cuba existe un problema con el rendimiento laboral, basta mirar las calles llenas de gente paseando en medio de la jornada laboral, la escasa productividad de las empresas o la lentitud de cualquier trámite.

Claro que todo es relativo y el trabajar mucho o poco también. Es que realmente podría considerarse que los cubanos trabajan bastante si se tiene en cuenta el magro salario que reciben a cambio de lo que producen.

Es verdad que tienen importantes beneficios sociales, salud pública y educación totalmente gratuitas, un mínimo de alimentos subvencionados, cobertura general de la seguridad social y ciertas actividades culturales a precios irrisorios.

De todas formas, aun teniendo en cuenta todo eso, la suma no da. Los menos de U$D 20 que ganan mensualmente no son suficientes para la alimentación, la ropa y el calzado. El par de zapatos más barato que se encuentra se lleva casi un salario completo.

Esta falta de motivación material es una de las razones que hará difícil que la población responda a los llamados de Raúl Castro para trabajar duro y sortear así la crisis económica mundial. Sin embargo, no es lo único que conspira en su contra.

"La tierra está ahí, aquí están los cubanos, veremos si trabajamos o no, si producimos o no, si cumplimos nuestra palabra o no! No es cuestión de gritar Patria o Muerte, abajo el imperialismo, el bloqueo nos golpea y la tierra ahí, esperando por nuestro sudor", dijo el Presidente el 26 de julio.

No mencionó que cuando los campesinos respondieron a su llamado anterior produciendo gran cantidad de alimentos, muchos de ellos se pudrieron en los campos porque la burocracia estatal fue incapaz de recogerlos, tal y como paso con el tomate.

Los hombres y mujeres que pasan día a día, durante meses, bajo los rayos del sol preparando las tierras, sembrándolas y cosechándolas no deben sentirse muy animados cuando ven como se pierden los frutos de su trabajo a la orilla del camino.

Esos campesinos, que ya regaron los campos con su sudor, merecen recibir una explicación de lo ocurrido, un análisis de la ineficiencia estatal y un informe de las medidas tomadas contra los dirigentes que permitieron que se pierda parte de la cosecha.

Mientras que no se logre que la burocracia sude sus guayaberas, de poco servirá el sudor vertido por el resto de los cubanos. La ineficiencia, falta de planificación, y el acomodo de los jefes, gerentes y directores, es tema de conversación en casi todas las empresas del país.

Pero resulta lógico que sea así, después de todo "equivocarse" en el terreno económico no tiene ningún costo. Los cubanos dicen que "los dirigentes se caen para arriba", es decir que cuando fallan los reubican en puestos de responsabilidad de otro sector.

Por cierto, son ellos y no los trabajadores los que viven gritando consignas revolucionarias y acusando al "bloqueo de los EEUU" de todo lo que ocurre en el país. Parecen muy convencidos de que la "firmeza ideológica" se cotiza más que la eficiencia.

Pero no siempre fue así, el Comandante Ernesto Che Guevara enviaba a trabajar a los pantanos de Guanahacabibes a los dirigentes que se "equivocaban". Cuando meses después regresaban, delgados y picados por miles de insectos, hacían mucho mejor su trabajo.