Por Aníbal Ibarra, legislador de Diálogo por Buenos Aires (
Página 12)
Pocos días después de asumir como jefe de Gobierno (de Buenos Aires), más precisamente el 15 de diciembre del año 2007, Mauricio Macri convocó a todos los sectores políticos de la Ciudad con representación legislativa y expresó que se abría una etapa de diálogo institucional para buscar consensos.
Fue la única y última reunión convocada por el gobierno de Macri. Ni él, ni la hasta hace poco vicejefa, ni el jefe de Gabinete volvieron a convocar al diálogo político, y todo quedó en la foto de rigor.
Ahora no duda en reclamar el diálogo político a nivel nacional y se anota entre los primeros, proclamando la necesidad de mejorar la calidad institucional.
Pero el jefe de Gobierno se olvida de que la Ciudad también necesita tener diálogo político y mejorar la calidad de sus instituciones.
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Macri, hace un tiempo, criticó el proyecto del gobierno nacional sobre el tren bala, y lo hizo bien. Pero ahora lanza la idea faraónica de un gran túnel bajo la Avenida 9 de Julio que no pasará de ser un negocio de consultorías. Dice que no puede hacer subtes porque no le prestan dinero y mientras tanto lanza un proyecto tan inviable como el que él criticaba a nivel nacional.
Cuestiona el capitalismo de “amigos” del kirchnerismo, y comparto el cuestionamiento. Pero entre los “amigos” del gobierno nacional están las empresas de Franco Macri y de la familia del propio jefe de Gobierno.
Se han denunciado los sobreprecios y los manejos irregulares en las obras públicas nacionales, pero parece que está bien pagar en la Ciudad casi 100 millones de pesos más por un pozo tan gigantesco como innecesario (el del arroyo Maldonado) o entregar más de 70 millones de pesos como adelanto financiero a empresas constructoras por obras que nunca hicieron ni iban a hacer (cocheras para las líneas A y B de subterráneo).
También denuncia la relación de Cristóbal López, el zar del juego, con el propio Kirchner, pero sus funcionarios mantienen aceitadas relaciones con esta persona, acuerdan un convenio escandaloso que luego retiran por las críticas de la oposición y de la Iglesia, no le cobran impuestos, le hacen un contracarril a pedido –el de la Avenida Libertador– y le dejan explotar gratis una playa de estacionamiento para mil autos que pertenece a la Ciudad.
Macri critica la permanencia de funcionarios nacionales muy cuestionados como Moreno, y la mayoría de la sociedad comparte la crítica. Pero al jefe de Gobierno porteño le parece plausible nombrar como jefe de la Policía Metropolitana al “Fino” Palacios, un ex comisario de la Federal sospechado de encubrimiento en la causa AMIA, que participó voluntariamente –porque ni siquiera estaba de servicio– en la represión del 20 de diciembre de 2001 y que niega el terrorismo de Estado.
Borges decía que “hay que tener mucho cuidado al elegir a los enemigos, porque uno termina pareciéndose a ellos”.
Sería bueno que en la Ciudad puedan sentarse oficialismo y oposición alrededor de una mesa de diálogo y sentar las bases de una mejor calidad institucional, definir objetivos comunes y rechazar todo aquello que solemos cuestionar; pero no sólo en las palabras, sino también en los hechos.